lunes, 11 de octubre de 2010

La castaña que reventó de risa

Una vez iban de camino una brasa de carbón, una paja y una castaña. Llegaron a un río y no sabían cómo atravesarlo.




La castaña. que era muy lista, propuso lo siguiente:


- Como la paja puede flotar en el agua, yo me montaré encima de ella y me llevará nadando a la otra orilla. Luego regresará y te llevará a ti, dijo dirigiéndose a la brasa.


A las dos les pareció muy bien, y así se hizo. Primero la paja pasó a la castaña y luego volvió por la brasa de carbón.



Pero cuando estaban a mitad del río, la paja sintió que se quemana con el calor de la brasa y casi sin querer hizo un movimiento brusco, y de una sacudida la tiró al agua.

Cuando la castaña lo vio, le dio un ataque de risa. Se reía tan a gusto de ver a la brasa remojada, que con tanta fuerza que reventó.

La paja llegó a la orilla completamente chamuscada.

La brasa llegó más tarde, apagada por completo, chorreando.

Llegaron además muy enfadadas las dos con la castaña, porque se había reído cuando ellas lo pasaban mal, pero cuando vieron que con la risa había reventado su piel, y estaba destrozada, se compadecieron de ella y fueron a buscar al sastre para que la remendara y le recosiera el roto.

El sastre sólo tenía un trozo de tela de comlor más claro que el de la piel de la castaña, y tuvo que apañarla poniéndole un pedazo de ese color.

Por eso ahora andan todas las castañas con un trocito de piel que parece un trocito más claro.

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